martes, 28 de mayo de 2013

La salud femenina: bellas por dentro y por fuera

La belleza real de la mujer va por dentro, es una frase que escuchamos todos los días, especialmente en estas épocas de modelos esculturales, reinados de belleza de todas las variedades posibles y una cascada de tratamientos y productos que prometen cuerpos y rostros perfectos.
 
 
Si bien es cierto que la verdadera belleza femenina está en sus talentos y su forma de ser, no es menos real que lo que mostramos al mundo, lo visible, es producto de los cuidados que tenemos con nuestra salud. Poco vale un cuerpo escultural si la mujer no previene enfermedades propias del género, como por ejemplo, las que tienen que ver con su ciclo menstrual, la maternidad o la menopausia.
 

Cosas tan sencillas de realizar para conservar el cuidado personal como cepillarse los dientes después de cada comida o bañarse a diario, las aprendemos desde pequeñas; pero, a medida que avanzamos en las diferentes etapas de la vida, tenemos que ir incorporando a nuestro kit de belleza otros cuidados para prevenir enfermedades y vivir plenamente.
 

Recordemos algunas formas de mantenernos bellas por dentro y por fuera, es decir, cuidando nuestra salud física y mental:
 


         Visita al ginecólogo una vez al año así no tengas vida sexual activa. Hazte anualmente la citología vaginal y si nunca has tenido relaciones sexuales, debes informarle al médico para que te aconseje lo que debes hacer.

         Los senos embellecen el cuerpo femenino y hay que consentirlos también con el autoexamen mensual. Después de los 40 años pídele a tu médico que te ordene la mamografía anual.
 
         Los genitales de la mujer por estar localizados en el interior de su cuerpo están expuestos a irritaciones e infecciones; báñate diariamente sin necesidad de usar duchas vaginales o productos comerciales que lo que causan son cambios en la flora vaginal normal. Si presentas flujos, sangrados irregulares o mal olor, consulta al médico sin demoras.

         Ejercita tu cuerpo por lo menos tres veces a la semana y evita el sobrepeso con comidas balanceadas. Evitar los fritos, regular el consumo de sal y azúcares y disminuir el consumo de carnes rojas ayudarán a cuidar tu corazón, tus huesos y articulaciones y muchas otras enfermedades que sobrevienen, especialmente al llegar la menopausia.

         Mantener una actitud mental positiva ante los problemas de la vida ejercita la mente. Sonríe, ríe, canta, baila o lee; aprende un nuevo arte diferente a lo que haces todos los días. Recuerda que tú tienes derecho a disfrutar de ti misma no importa lo ocupada que te mantengas.

         Una vida sexual placentera ayuda a elevar la autoestima y a sentirnos amadas. Si tienes problemas que afectan tu sexualidad habla con tu pareja y revisen juntos los aspectos que pueden mejorarla; busca ayuda especializada para que las relaciones sexuales sean plenas.
 
Espero que desde hoy, todas nosotras empecemos a cuidar más de nuestra salud y podamos decir con certeza que realmente somos bellas.

lunes, 27 de mayo de 2013

En la Violencia El Silencio No Ayuda; "No Es Hora de Callar"

Pensar en que 245 mujeres son violentadas a diario en Colombia produce escalofríos; más aún, cuando la impunidad contra los victimarios es cercana al 90 por ciento, es decir, casi ninguno que golpea, viola o mata a una mujer es castigado por los jueces del país.
 
 
Profamilia abandera desde hace varios años el programa de atención integral  AVISE, que brinda atención a las personas que han sufrido violencia sexual www.profamilia.org.co/avise Respaldamos de igual manera todas las campañas similares, como la que lidera la periodista colombiana Jineth Bedoya, quien fue víctima hace  trece años de abuso y tortura mientras cumplía su trabajo periodístico. “No es hora de callar”, ha sido apoyada por la ONU y diversas entidades, incluyendo a la Dimayor, rectora del fútbol colombiano, que por primera vez se une a este tipo de actividades en pro de los derechos de las mujeres.
 
 
Precisamente y hablando de fútbol, una de las formas disimuladas de violencia de género es la conocida frase masculina: “parece una nena”, cuando un jugador de balompié no juega como se espera. Patear, llorar o hablar “como una nena” representan el imaginario colectivo de que todo lo que sea femenino es inferior, débil u objeto de burla, y por eso “un macho” no tiene por qué manifestar esa presunta debilidad o falencia.
 
 
Algunas otras frases o actitudes cotidianas que simbolizan o inducen violencia hacia las mujeres son:
 
§  “Calladita es mejor y así se ve más bonita”: frase típica de muchas abuelas que buscan educar a las “buenas niñas” en el arte de callar sin derecho a protestar, discutir o replicar, así la estén maltratando.
 
§  “Una buena mujer pertenece a su casa”: esta afirmación denota la creencia de que las mujeres deben estar relegadas al espacio doméstico, haciendo oficios y atendiendo al marido, mientras que los hombres tienen que salir a la calle y mostrarse libres en todo el amplio y abusivo sentido de la palabra.
 
§  “Arréglate sólo para mí”, le dice el hombre a su pareja: esta es una frase machista que pretende cosificar a la mujer para deleite y uso de su pareja. Si bien una mujer busca mostrarse bonita y agradable para su compañero, no debe ser el único objetivo en su vida: en primer lugar, es ella quien debe sentirse hermosa ante el espejo, y después para su pareja y todas las demás personas de su entorno.
 
§  “Cuando una mujer dice no es que realmente es sí”: con esta creencia se desconoce totalmente la autonomía y decisión de una mujer que realmente le dice no a algo que no desea o no quiere hacer. Muchas violaciones han ocurrido cuando un hombre no atiende la negativa de la mujer ante sus insinuaciones o provocaciones sexuales.
 
§  “Pórtate bien para que no te maltraten”: es decir, la mujer es quien tiene la culpa del maltrato a la que es sometida por su padre,  hermano o  esposo. Con esta frase se perpetúa la creencia de que es ella la provocadora de la violencia a la que es sometida.
 
Reflexionemos acerca de nuestras actitudes, creencias y prejuicios hacia las mujeres que, a veces sin darnos cuenta, las replicamos en nuestras familias y así alimentamos sin querer la violencia de género.

lunes, 20 de mayo de 2013

¿La adolescencia es una porquería?


En dos películas recientes, protagonizadas por adolescentes, he escuchado la frase: “la adolescencia es una porquería”, haciendo referencia a lo difícil y traumática que resulta para millones de chicos y chicas esta etapa de la vida.

 ¿En verdad es tan dura la adolescencia?

Si refrescamos los cambios que suceden en la adolescencia, de tipo físico, sicológico, social, religioso y otros más, podríamos darles la razón a los que afirman que esta transición de la niñez a la adultez coge por sorpresa a los “niños grandes” que,  son niños por cuenta de los papás, o son grandes por cuenta de los propios adolescentes. Es decir, esta etapa del desarrollo humano se convierte en un “tira y afloje” entre los adultos y los jovencitos que se sienten incomprendidos o rechazados por los primeros.

Los recientes casos de violencia en las principales ciudades del país, protagonizados por niños y adolescentes, han puesto el dedo en la llaga de una sociedad que se olvida de sus muchachos y muchachas. Homicidios, hurtos, extorsiones y otros delitos se suman a la creciente cantidad de embarazos tempranos, maltrato intrafamiliar, violencia sexual, reclutamiento forzado de menores y deserción escolar.

Un chico o chica desocupado, que no está estudiando, en condiciones de pobreza y vulnerabilidad, excluido, abandonado o carente de amor en su casa, es un candidato seguro a delinquir  o a ser engañado o explotado.

La prevención desde la primera infancia es uno de los pilares de una adolescencia sana. Si las condiciones en que viven y crecen los adolescentes son sanas, podremos soñar en un futuro mejor para nuestros chicos y chicas; de lo contrario y si no hacemos algo desde ya, tendremos que aceptar tristemente que la adolescencia “es una porquería”.

jueves, 9 de mayo de 2013

El derecho al aborto: una victoria incompleta

Cada 10 de mayo Colombia cumple un año más, siete en total, de haber legalizado el aborto en tres condiciones:
 
 Cuando hay graves malformaciones del feto que vuelven inviable su vida fuera del útero
 Cuando la salud o la vida de la madre están en riesgo
 Cuando el embarazo es producto de una violación o incesto

Hace siete años la Corte Constitucional abrió las puertas a la autonomía de las mujeres, mujeres que hoy tienen derecho a decidir sobre sus cuerpos. 

Cuando escuchamos frases como: “la mataron porque manchó el honor de su familia”, nos asombramos ante los lapidarios conceptos que muchas personas tienen acerca del cuerpo femenino. En pleno siglo XXI, pretender que el cuerpo de las mujeres sea propiedad de los hombres, de los gobiernos o de las iglesias, es rayar en el desconocimiento total de los derechos sexuales y reproductivos de ellas, parece que se nos olvidara que también son seres humanos.

El derecho a abortar es sólo una parte del triunfo de millones de mujeres que buscan ser reconocidas como seres libres y autónomos. Pero, existen muchas otras limitaciones a los derechos femeninos apoyados en prejuicios culturales, religiosos, sociales y políticos, que crean barreras indiscutibles, pero no insalvables, para que, por fin, todas las mujeres del mundo gocen de plenas libertades.

 Veamos algunas de esas barreras impuestas a las mujeres:

         Muchos médicos y proveedores de los servicios de salud en nuestro país se niegan a proporcionar abortos legales pese a lo contempla
do por la Corte Constitucional.

         La educación sexual escolar es insuficiente y no enfatiza en las actividades de promoción de una sexualidad libre y responsable ni en acciones de prevención de embarazos no deseados.

         La información al público en general sobre el acceso a un aborto legal es escasa. Se conoce que muchas mujeres van de un hospital a otro, buscando abortar bajo alguna de las tres condiciones permitidas por ley, y encuentran miles de talanqueras para que se les preste el servicio al que tienen derecho. Esta situación conduce a una mayor mortalidad de mujeres que se ven obligadas a recurrir a abortos clandestinos.

         La violencia contra las niñas y mujeres no cesa y más bien aumenta de manera preocupante. Un informe reciente de la Alta Consejería para la Equidad de la Mujer revela que el 6 por ciento de las mujeres ha sido abusada sexualmente al menos una vez en su vida.

         Según cifras de Profamilia (ENDS, 2011) y del DANE, la mayoría de mujeres abusadas, el 78,4 por ciento vivía en zonas urbanas y el 21,6 por ciento en áreas rurales. Y de esas mujeres, casi la mitad, el 47,4 por ciento, fueron violentadas antes de cumplir los 15 años.

         Las mujeres agredidas en sus casas, sitios de trabajo o estudio, lugares públicos o en cualquier espacio transitado por ellas aumentan las cifras del Instituto de Medicina Legal. En 2012 casi 18.000 víctimas fueron niñas o mujeres, atacadas en más de la mitad de los casos por un familiar, amigo o compañero sentimental. Sin embargo, más preocupante aún son las mujeres que fueron asesinadas en el país.

La situación dramática que viven las mujeres, tanto en Colombia como en el resto del mundo, son producto de una sociedad que desconoce, discrimina y viola flagrantemente los derechos nuestros a ser reconocidas como personas libres, dignas y autónomas. Por eso, el derecho a abortar en nuestro país, es apenas un capítulo más de las luchas femeninas que nos conducirán a la equidad y justicia.