Es difícil creer que unas 8.000 personas padecieron este delito, según las denuncias reportadas en la línea gratuita que tiene el Gobierno nacional para estos casos. Es el mismo número de llamadas recibidas el año pasado, es decir, que el fenómeno de trata de personas sigue en aumento porque seguramente existen muchos casos más que nunca son conocidos por las autoridades o familiares.
La Organización Internacional contra las Migraciones (OIM) define la trata de personas como un delito caracterizado por el traslado dentro o fuera del país a una persona con fines de explotación que puede ser sexual, laboral, mendicidad ajena, matrimonio servil, entre otros, sin importar el género, edad o lugar de origen de las potenciales víctimas.
La trata de personas es el claro ejemplo de la violación de uno de los derechos sexuales de todas las personas: “todos y todas tenemos derecho a vivir la sexualidad sin violencia, coacción, abuso, explotación o acoso”. Colombia es conocida como un país de origen de víctimas de la trata de personas, principalmente en modalidades como la explotación sexual, los trabajos forzados y el matrimonio servil.
La ONU, a través de su oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNOCD), ha llamado la atención sobre las diversas formas encubiertas que tienen las redes internacionales de trata de personas; a través de internet, redes sociales, agencias de modelos, ofertas de trabajo y muchas otras trampas en las que caen hombres y mujeres.
El silencio de las víctimas, por vergüenza o temor, hace difícil la detección de estos delincuentes. Según Naciones Unidas, menos de uno de cada 20 casos de trata de personas llega a ser conocido por las autoridades.
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