El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define homofobia como la aversión obsesiva hacia las personas homosexuales, traduciéndose en gestos, palabras o comportamientos de odio, discriminación, insultos y agresiones a los sexodiversos, es decir, los gays, las lesbianas, los bisexuales, los transexuales e intersexuales (LGBTI).
En palabras de Vladimir Seijas, activista de la Liga por los Derechos de los Sexodiversos de Venezuela, la homofobia tiene un punto de partida: la cultura machista, que se propaga a través del chiste facilón que descalifica mediante la burla. Agrega: “lamentablemente somos machistas patriarcales, y en esto sale perjudicado el niño o el sexodiverso que tiene modales diferentes y es objeto de burlas en su casa o en la escuela”.
Quizás en algún momento, todos hemos sido homofóbicos debido a la educación que recibimos y a la tradición cultural en la que estamos inmersos. En palabras cortas, la homofobia no es innata, la aprendemos desde que somos pequeños, tanto en la casa como en la escuela, en la calle con los amigos, en los medios de comunicación y en la iglesia, con la sociedad misma.
Así como la humanidad ha ido venciendo los prejuicios e inequidades contra los gitanos, los indígenas, los negros y las mujeres – aunque falta mucho todavía, vale la pena confesarlo – es deber de todos nosotros, aceptar que los sexodiversos tienen iguales derechos que los heterosexuales.
Los sexodiversos no son enfermos ni pervertidos. Son personas, seres humanos, que sienten, aman y sufren como el resto de la humanidad, y que necesitan llevar una vida digna y libre de críticas y amenazas por su orientación o identidad sexual.
¿Cómo vencer la homofobia?
1. Infórmate sobre el concepto de sexualidad ya que esta tiene diferentes matices y no sólo es en blanco y negro; los sexodiversos forman parte de ese arco iris de la sexualidad humana.
2. Debemos educar a niños y niñas, en las casas y las escuelas, acerca de la diferencia y el respeto por la misma. Yo no soy igual al otro y seremos tolerantes y respetuosos con los demás, no importa su condición sexual, racial, social o de género.
3. Cualquier familia puede tener una persona sexodiversa en secreto y que no sale del closet por miedo a las reacciones que puedan generarse. Piensa que eso puede estar pasando en la tuya y que tus comentarios de burla o rechazo pueden estar lastimándole.
Nuestras actitudes diarias ayudan a construir una sociedad más justa y equitativa; un aporte nuestro, por más pequeño que sea, a mejorar las condiciones de vida de los demás, será determinante en lograr esa sociedad que queremos. Recuerden: La homosexualidad no es una enfermedad, la homofobia sí.
Nuestras actitudes diarias ayudan a construir una sociedad más justa y equitativa; un aporte nuestro, por más pequeño que sea, a mejorar las condiciones de vida de los demás, será determinante en lograr esa sociedad que queremos. Recuerden: La homosexualidad no es una enfermedad, la homofobia sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario