Así como el ser humano es cambiante, la familia también sufre cambios que van generando nuevas estructuras familiares.
Una persona solita conforma una familia, a pesar de que nos enseñaron que la familia está compuesta por una pareja heterosexual, casada y con hijos. Como afirma Claudia Gómez, directora de investigaciones de Profamilia, en entrevista al diario El Tiempo, la familia colombiana viene mostrando que no hay necesidad de estar casados para tener sexualidad ni para tener hijos. “Por eso, agrega la experta, todas las familias son válidas desde que sean un escenario de respeto y construcción de sujetos autónomos”.
La Encuesta Nacional de Demografía y Salud del 2010, realizada por Profamilia, encontró que el 32 por ciento de los niños vive sólo con la mamá, el 3 por ciento con el papá y el 7 por ciento no vive con ninguno de los dos padres. Además, esta misma encuesta revela que un 10 por ciento de los hogares colombianos son habitados por una sola persona.
El último informe sobre la composición familiar de 45 países, llamado Mapa Mundial de la Familia, realizado por Trends Hild, afirma que Colombia es el país con el mayor porcentaje de uniones libres: el 39 por ciento de las parejas entre 18 y 49 años de edad viven juntos sin haberse casado.
A su vez, la Superintendencia de Notariado y Registro estableció que durante los primeros cinco meses del 2013 disminuyó el porcentaje de matrimonios civiles en un 6,5 por ciento, comparado con los datos del mismo período del año pasado: 23.428 uniones civiles, 1.629 menos que en el 2012.
Con el derecho a casarse que recién están adquiriendo los homosexuales, viene apareciendo otro modelo familiar más que, tarde o temprano, tendremos que reconocer y que indudablemente, se agregará a la nueva composición familiar, no sólo en Colombia sino en el resto del mundo.
En lo que concierne a las relaciones de pareja en Colombia, la gente se está divorciando más que antes; en lo que va del año, las notarías han reportado 6.752 divorcios. Es decir, 12.000 personas le dijeron adiós a su media naranja.
¿Se está acabando la familia tradicional? ¿Aquella compuesta por papá, mamá e hijos? Si revisamos la evolución familiar a través de los siglos podremos afirmar sin miedo a equivocarnos que en verdad, esa familia de antaño está desapareciendo, o por lo menos cambiando.
Así como las sociedades se dinamizan – lo que fue ayer ya no es hoy – también la familia, como núcleo principal de las mismas, va cambiando su composición, su dinámica y su forma de interactuar con el mundo. Esas familias extensas que habitaban casonas y se reunían en las noches sólo a conversar, sin interferencias de televisor, computador o celulares, prácticamente han desaparecido.
Los apartamentos pequeños que se reducen a alojar incómodamente a no más de cuatro personas, las distancias que impiden visitar con frecuencia a los abuelos o tíos, las jornadas largas de trabajo o estudio que no permiten que papás e hijos se vean con frecuencia, la reducción del número de hijos y muchos otros elementos de la vida moderna, han contribuido a que las familias tengan actividades y miradas diferentes a las familias de tiempo atrás.
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