TRANSformando Sociedad

Fue hasta hace unos meses, que la Organización Mundial de la Salud - OMS dejó de considerar a la transexualidad como una enfermedad mental. Una demanda, que por décadas, manifestó la comunidad LGBT y cuya respuesta se da 28 años después de que la homosexualidad saliera de la lista de patologías.

“Siga, señor, por las escaleras a la derecha” le dijo el guarda de seguridad, de una reconocida clínica de Bogotá, a Carolina, una mujer trans. “¡Mónica Rojas! ¿Usted es Mónica Rojas?” gritó una enfermera en la sala de espera de un centro médico para llamar a consulta a Esteban, un hombre trans.

Estas son solo algunas de las situaciones que enfrentan a diario, en todo el mundo y en distintos contextos, hombres y mujeres trans. Sin contar las miradas curiosas, los señalamientos prejuiciosos, el rechazo y la violencia de quienes no aceptan la diferencia como algo natural. Históricamente, esta ha sido una población vulnerada en sus derechos. 

Si bien es cierto que la sociedad en general debe dar pasos gigantes en la reducción de factores que fomentan la discriminación. También lo es que hay actores, que por su rol, tienen mayor responsabilidad. El sector salud es uno de ellos. 

Las personas trans, al igual que cualquier ser humano, tienen necesidades de salud tanto generales como específicas. La Organización Panamericana de la Salud - OPS reconoce que el acceso de esta población a servicios competentes y oportunos, ha sido muy limitado. Entre las necesidades generales, se encuentra una atención básica y primaria. Donde se tenga en cuenta la diversidad de las identidades, las expresiones  y prácticas sexuales.  En cuanto a las necesidades específicas se contempla la asistencia que permita concretar la identidad de género de un individuo, incluyendo las intervenciones médicas que se requieran para feminizar o masculinizar el cuerpo. 

Para Miguel Rueda, psicólogo y director de Pink Consultores, los sistemas de salud a nivel mundial, deben representar una parte fundamental en las redes de apoyo a personas trans. Para ello, es necesario contar con profesionales preparados, que se formen desde la academia, y que puedan responder a las demandas humanas y médicas de quienes lo requieran. “En salud, no se puede trabajar partiendo de los mitos. Ni desde los prejuicios que se generan a partir de la desinformación”, asegura Rueda. 

El desconocimiento resulta ser una de las principales razones para que no se presten servicios de salud con garantía de calidad y oportunidad para la comunidad LGBTI. Tatiana Piñeros, líder y mujer trans considera que es necesario que tanto médicos como todo el personal que hace parte de las instituciones prestadoras de servicios de salud, reciban información sobre cómo actuar frente a determinadas situaciones.  “Es necesario crear políticas de no discriminación al interior de las organizaciones. Es necesario contar con personal calificado y protocolos de atención médica que generen espacios de respeto y aceptación” menciona Piñeros. 

La salud es un Derecho Humano Universal. Su garantía física y mental es una condición fundamental para el desarrollo de cualquier persona. 

EN 2017, SE REGISTRARON 

96 VIOLACIONES DE DERECHOS A PERSONAS TRANS.

85 DIRIGIDAS A MUJERES Y 11 A HOMBRES.
Colombia Diversa

Proyecto Trans

Profamilia, a través de su Dirección de Incidencia y con la financiación de la Embajada de Holanda,  inició la ejecución de un proyecto que hará real la implementación de un modelo de atención humanizado e integral para la población trans de Colombia, con énfasis en su salud sexual y reproductiva.  

La iniciativa surge como respuesta a la necesidad de facilitar el acceso de estas personas al sistema de salud. De manera que se eliminen las barreras y se promueva el respeto de sus derechos fundamentales.

El proceso de creación del modelo tendrá como protagonistas a personas trans, quienes junto con representantes de diferentes áreas de la organización, conformarán mesas interdisciplinarias a fin de implementar un proceso que responda a las necesidades de la comunidad.