Nueve niñas y mujeres son violentadas sexualmente cada hora en Colombia. Cuatro de cada diez sufren violencia por parte de sus parejas; ¡casi la mitad de nosotras ha sido maltratada por un hombre que dice amarnos!
Quizás hayas conocido las razones que esgrimen una de tus amigas o familiares maltratadas para no abandonar a su pareja o denunciar al maltratador.
En el fondo, esas excusas tienen su razón de ser en la manera como las mujeres hemos sido educadas desde la infancia.
1. Desde que somos pequeñas nos educan para ser tiernas, obedientes y “buenas niñas”. Esto significa que debemos cuidar y atender a los hermanos, al papá, al abuelo, a los tíos y hasta a los cuñados que viven bajo el mismo techo. Mientras menor nivel educativo exista en la familia, más exigente es el rol que se le asigna a las niñas, hasta el punto de que no les permiten estudiar, a diferencia de sus hermanos varones.
2. Cuando llegamos a la adolescencia, ya hemos aprendido muy bien la lección de lo buenas que debemos ser las mujeres: mientras más sumisa, calladita y “tontica” te muestres, más halagos recibirás de tu familia. Si te muestras activa, tomando decisiones o hablando en tono fuerte, vas a recibir por lo menos una mirada o frase de reprobación, tal como la que escuchaba en mi juventud: “así con esa forma de ser no vas a conseguir marido”.
3. Al salir a la calle eres objeto de chistes y frases de mal gusto con predominio morboso. Muchos hombres se creen con derecho a piropear a las mujeres que pasan frente a ellos y, lo más irónico, algunos se molestan si la piropeada se muestra disgustada. Algunos machistas argumentan que “por naturaleza” ellos son así y las mujeres tienen que aceptarlo: “si no les gusta, que no salgan a la calle”, afirman muchos.
4. Al llegar a casa tu marido borracho te golpea porque no le guardaste comida calientica y lo justificas porque es tu deber atenderlo sin reproches. Lo mismo sucede cuando una chica es pellizcada por su novio celoso que quiere prohibirle las amistades o aquella madre anciana que es insultada con palabras soeces por su hijo adulto que espera encontrar su ropa lavada y planchada.
5. Las mujeres al parecer fueron educadas para agradar a los demás y sacrificarnos por el bien de la familia, el esposo y la sociedad, muchas sufren en silencio una vida sexual insatisfactoria. Muchas dicen en consulta: “a mí me interesa que él se sienta bien, no importa lo que yo sienta”.
Este panorama desolador de la sexualidad femenina se agrava en la violencia sexual ya que aparece el dúo mujer sumisa y violentada – hombre violento y necesitado de sexo. El famoso “sexo por obligación” ha causado mucho daño y sufrimiento a millones de mujeres que asumen que el matrimonio trae consigo la obligación de acostarse con la pareja cada vez que él quiera sin importar sus propios deseos o necesidades.
6. Una mujer asustada se siente impotente ante el agresor. Pero si la autoestima de esa mujer está reducida a la mínima expresión, la parálisis será total; no busca ayuda, no le cuenta a nadie y no ve salidas a la violencia que la azota día a día.
Los padres que fomentan una baja autoestima a sus hijas son aquellas que constantemente les recuerdan que deben ser delicadas como una flor y deben ampararse en los brazos de los hombres: el papá, el hermano mayor, el hijo, el esposo, en fin… la desvalida Oliva que necesita a gritos la protección del fortachón Popeye.
Día a Día seguimos viendo, escuchando y leyendo noticias de mujeres agredidas física, verbal y psicológicamente. Los y las invitamos a revisar las razones que facilitan la violencia de género para empezar a cambiar los modelos de crianza y educación hacia las niñas, adolescentes y mujeres. Debemos contribuir para erradicar este flagelo mundial.
Que horrible saber que las mujeres permiten que esto suceda y siguen con el novio, esposo, compañero, o lo que sea. Se supone que si te aman, jamás te deberían falta el respecto y esa cultura de sumisión hace que las mujeres tengas miedo de alzar la voz y pensar de manera diferente. No tolero el machismo y pienso que cuándo alguien te agrede verbalmente como físicamente, se acabó la confianza, el amor y no vale la pena seguir con un hombre así.
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