¿Te has preguntado por qué cada día más y más mujeres son violentadas? Las noticias no nos dejan en paz: padres que violan a sus hijas, hijos que maltratan a sus madres, novios que pellizcan a sus parejas, niñas que son obligadas a prostituirse por sus madres y, lo peor de todo, hombres que matan a sus mujeres porque no se resisten a perderlas.
Saber que en Estados Unidos una mujer es golpeada cada 18 minutos o que en Colombia, cada hora, una de nosotras es violada, asusta terriblemente. Esa es la violencia que desgarra genitales femeninos, hermosos cuerpos y vidas de mujeres que están hechas para dar amor y no para recibir afrentas.
Pero hay otro tipo de violencia contra la mujer: es la violencia invisible, casi imperceptible, que no se nota pero que hace mucho daño porque incita a tratar a la mujer como una propiedad o una mercancía. Esta violencia está compuesta por palabras, creencias o actitudes que ven a la mujer como un ser inferior que necesita protección ilimitada al punto de ahogar su libertad y autonomía.
Los estereotipos refuerzan los desequilibrios de poder puesto que les asignan características y cualidades específicas a cada género; a los hombres les atribuimos el poder, la agresividad, la inhibición de sus emociones, excepto la sexual.
A las mujeres, por lo contrario, se les inculcan la sumisión, la debilidad, el cuidado de los demás y la expresión de las emociones, excepto la sexual. Cada género tiene prohibido expresar las cualidades impuestas al otro género.
Los estereotipos sexistas influyen en el concepto que tienen las personas acerca de las mujeres y refuerzan algunas creencias o mitos. Por ejemplo: Culpabilizan a la mujer: “habías tomado licor y te lo buscaste”.
- Justifican la violencia: “pórtate bien para que tu marido no te golpee”.
- Subestiman a la mujer que desea liberarse: “eres la mujer y debes luchar por tu hogar”.
- Aumentan el poder y dominación del hombre: “eres el hombrecito de la casa y tienes que cuidar a tus hermanas”.
- Contribuye a perpetuar la relación de poder: “eres mía y te mato si me dejas”.
Si educamos a los niños y niñas en relaciones equitativas de género vamos a ayudar a desterrar los estereotipos sexistas. Pero también se necesitan programas del Estado, de las instituciones sociales, políticas y educativas, para erradicar definitivamente la violencia contra las mujeres y construir nuevas relaciones igualitarias.
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