Cuando los hijos preguntan a sus padres algo relacionado con la sexualidad, muchos se incomodan y no saben qué responder. No falta el padre que responda con regaños causando en los hijos una fuerte sensación de rechazo la cual se va a traducir en la pérdida de confianza.
Tener pareja, iniciar las relaciones sexuales, llevar amigos a la casa, regresar a determinada hora de la noche, por ejemplo, son situaciones que todos los adolescentes vivirán, y eso forma parte de su sexualidad. Negarlo, desconocerlo o reprimirlo, pueden causar rebeldías, peleas eternas y una tendencia a que los jóvenes oculten su conducta para evitar ser castigados.
Un buen balance entre las normas de los adultos y los deseos de libertad de los hijos e hijas, es la fórmula perfecta para que el hogar no se convierta en un infierno. No es fácil la tarea de educar a los hijos cuando apenas ellos están tratando de cortar el cordón umbilical con los adultos, pero si actuamos con inteligencia, prudencia y respeto, seguro lo podremos lograr.
RECETA PARA UNA SEXUALIDAD SANA DE LOS HIJOS
- Mucha confianza: El niño o niña que tienen confianza en sus padres sabe que ellos siempre le responderán cualquier duda, sea del tema que sea. Al llegar a la adolescencia, sabrán que pueden contar con esos papás porque existe un lazo de confianza que se ha ido fortaleciendo con el tiempo.
- Amor: la educación sexual sin afecto suena a discurso hueco. Un adolescente debe saber, por más grandecito que esté, que sus padres lo quieren y que por eso lo protegen. Los límites en una familia deben estar regidos por la buena voluntad de unos padres que desean lo mejor para su hijo o hija.
- Libertad en dosis crecientes: un hijo es como un ave que tienes que liberar porque ya la criaste desde que era frágil y no se cuidaba solita. Al abrir la jaula, no la vas a sacar bruscamente a volar porque antes tiene que probar sus primeros aleteos. Igual situación ocurre con los hijos cuando en la adolescencia empiezan a salir solos con personas que tú no conoces; poco a poco tendrás que irlo soltando hasta que empiece a volar solo sin tu protección permanente. Tendrás que confiar en él o ella.
- Respeto en grandes cucharadas: Los hijos no son propiedad de los padres, más bien son prestados para que los adultos los preparen para que sean buenos individuos. Los adolescentes tienen una forma de hablar, de vestir, de bailar, y gustos diferentes a los que vio en su casa; esa búsqueda de identidad debemos respetarla sin criticarlos todo el tiempo ni burlarnos de ellos.
- Megadosis de escucha: Si no escuchamos los intereses o argumentos de los jóvenes, vamos a radicalizarnos en nuestras propias creencias y a cerrarnos a nuevas propuestas de vida que tiene la juventud de hoy. Esa actitud de muchos padres que dicen: “lo que pienso es la única verdad”, cierra totalmente las puertas del diálogo y comprensión con los muchachos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario