martes, 26 de agosto de 2014

El parto vertical, un derecho de la mujer

Si bien desde los albores de la historia de la humanidad el parto vertical fue la forma más común para tener hijos, la cultura occidental instituyó al parto horizontal como la manera más natural y adecuada para traer hijos al mundo.
Con el reconocimiento moderno de que la sexualidad es variada y heterogénea, también se viene dando un fenómeno universal de que los derechos sexuales y reproductivos tienen que ser reconocidos de acuerdo a las culturas y costumbres ancestrales, siempre y cuando no afecten la integridad y dignidad  de las personas,

Este concepto es llamado “adecuación intercultural” y es propiciado por organizaciones de salud internacionales. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) insta a los diferentes países a respaldar el parto vertical como una manera de reconocer la sensibilidad y significado que tienen para millones de mujeres indígenas, que se abstienen de ir a los centros de salud para evitar que las obliguen a parir horizontalmente.

En Perú, por ejemplo, la mayoría de  mujeres  andinas y amazónicas prefieren la posición vertical ya sea en cuclillas, arrodillada o sentada, lo que ha obligado a las autoridades sanitarias a iniciar procesos de capacitación a médicos y enfermeras para la atención con adecuación intercultural en las zonas rurales.

Si desde la antigüedad ya existía el parto vertical, ¿de dónde vino la idea del parto horizontal?

En el siglo XVII el obstetra Mauriceau recomendó acostar a las mujeres en el momento del parto para poder aplicar el fórceps, instrumento recién inventado. La historia de la Medicina ilustra todos los avances que aseguran un parto en condiciones de seguridad para las mujeres, pero siempre en posición acostada.

El parto vertical tiene ventajas tales como la posición que facilita la salida del bebé gracias al efecto de gravedad y que no necesita de intervención alguna. Otros aspectos positivos (UNPFA, 2005) son:


·         Mejora la circulación materno-fetal ya que no se comprimen los grandes vasos ni altera la circulación materna o la que irriga la placenta.

·         Las piernas se vuelven un punto de apoyo y contribuyen a mejores pujos durante la fase expulsiva.

·         La posición vertical mejora el ángulo de encaje del feto y su progresión en el canal del parto.

·         Hay mayor eficiencia en las contracciones uterinas lo que disminuye las intervenciones obstétricas y el uso de la oxitocina.

·         Se evidencian menor dolor (o ausencia del mismo), sensación de libertar y mayor satisfacción post-parto.


Desde la década de los 60, esta modalidad de parto se extendió desde las comunidades de indígenas de Argentina, Perú, Guatemala, Colombia y Bolivia, entre muchos otros, a las culturas occidentales, y la Organización Mundial de la Salud la empezó a impulsarla desde los años 90 (WHO, 1996). Todas las mujeres tienen derechos reproductivos adecuados a su cultura y a su sentir y esta es la razón de ser de las normas internacionales que respaldan el parto vertical.

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