miércoles, 19 de noviembre de 2014

Prevención del abuso sexual infantil




Imagínate que cada hora te informaran que 228 niños son explotados sexualmente en una parte del mundo. ¿Cada hora? No lo puedo creer; debe ser mentira o amarillismo de los periodistas para vender más, dirán varios. Pues nada de eso; es la terrible verdad de lo que sucede a diario y cada hora, en América Latina y el Caribe.

La información de Unicef revela que entre el 70% y el 80% de las víctimas de abuso sexual son niñas, incluidas las bebés y, en la mitad de los casos, los agresores son familiares o viven con las víctimas.

El abuso sexual infantil no se refiere solamente a las violaciones físicas sino también a contactos o interacciones entre un niño y un adulto, en los cuales este último usa al menor para estimularse sexualmente, para estimular al menor de edad o a otra persona adulta o menor de edad también.

Las relaciones incestuosas, la prostitución infantil, el turismo sexual infantil, la toma de fotos o videos en situaciones íntimas, los tocamientos o caricias, la seducción verbal explícita, la masturbación o relaciones sexuales en presencia de los pequeños, la exposición de los genitales o cuerpos desnudos a un niño, la invitación a ver pornografía y las solicitudes sexuales de todo tipo a un niño, conforman la larga lista de conductas sexuales abusivas.

Cerrar los ojos y ser indiferente ante tanta crueldad ayuda, de alguna manera, a que el abuso sexual infantil siga ocurriendo en nuestra casa, vecindario o comunidad.

¿Cómo podemos contribuir a su prevención, desde el hogar, barrio o escuela?


  • Los adultos somos responsables del cuidado de los niños, así no sean nuestros hijos. La comunicación franca, el afecto y la vigilancia son tres ingredientes importantes para lograr una red de apoyo que garantice el bienestar de los menores. 

  • A los niños se les enseña que guardar un secreto es parte de sus juegos. Los abusadores se aprovechan de esto y los chantajean o amenazan para que su víctima guarde el secreto de los dos. ¿Cuál es la contra? Decirle a los niños que hay secretos 'buenos' y secretos 'malos' y que estos últimos son los que le causan incomodidad, miedo, dolor o sensación de que algo malo pasa. Así aprenderán a revelar alguna situación de abuso sexual que estén sufriendo. 

  • El entorno intimidante que los niños perciben en muchos hogares es un aliciente para el abuso sexual. Si los padres amenazan, regañan y castigan por cualquier cosa, el menor no tendrá la confianza para contar el abuso ya que puede pensar que será castigado por haber hecho “algo malo”. 

  • La excesiva confianza perpetúa el abuso sexual infantil. Desconfía aunque sea un poquito de las personas que rodean al niño, sin importar el vínculo que tengan. Es duro, ¿verdad? Sí, pero real. La mayoría de abusadores son personas de las que nadie sospecharía: el papá o padrastro, el abuelo o tío, el primo o hermano, el profesor o líder religioso. Ve más allá de lo que perciben tus ojos y oídos y agudiza todos tus sentidos. 

  • Cree en tu hijo. Si se niega reiteradamente a acudir a la escuela o a quedarse con alguien solito en casa, indaga sobre las probables causas. De igual manera, si el pequeño se muestra ansioso o asustado, no quiere dormir o comer, cambia su comportamiento sin aparente causa, o vuelve a orinarse los pantalones, háblale con confianza y amor o acude al médico o institución de protección cercana para que te asesoren.

No seas indiferente ni postergues lo que tienes que hacer en beneficio de millones de niños y niñas que en este preciso momento están siendo abusados sexualmente.

(Imagen: Shutterstock)

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