miércoles, 30 de octubre de 2013

Reinas sin corona

Hace algunas semanas, un periodista le preguntaba a un grupo de niñas de un barrio marginado, lo que querían ser cuando llegaran a grandes, y una de ellas respondió que soñaba con ser reina de belleza.

La realidad social riñe muchas veces con las ilusiones de la gente. Es el caso de las mujeres en todo el mundo en que la verdadera situación de sus oportunidades y derechos, son desconocidos o violentados cada minuto. Revisemos sólo tres cifras aterradoras:

El número de mujeres maltratadas en Colombia, entre 2002 y 2009, fue de seiscientos veintisiete mil seiscientos diez, lo que no difiere de las cifras mundiales de violencia contr
a la mujer, según estudios del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la mujer. Esta horrible situación se traduce en que cada minuto seis “reinas de sus casas” sufren actos de violencia.

Según cifras de Womenslinkworldwide, el número de mujeres que mueren a causa del aborto anualmente es 68 mil, lo que equivale al 13% de la mortalidad materna. Dos tercios de los abortos practicados al año corresponden a mujeres de 15 a 30 años, y en América Latina, más de la mitad de los abortos se practican a mujeres de 20 a 29 años, según reporte de OMS.

Violadores que agreden a sus parejas, hijas o amigas, tanto en los hogares como en los espacios públicos; mujeres saudíes que les prohíben conducir sus propios vehículos, o madres que venden las virginidad de sus hijas, es el panorama desolador que viven nuestras mujeres, que alguna vez soñaron con ser reinas, aunque fuera en sus propias casas.

El machismo y los conceptos patriarcales de dominación y control de la vida de las mujeres, sumados a conceptos anacrónicos de tipo religioso o cultural, son los principales causantes de la violación de los derechos humanos de las mujeres.

Más que motivar a las pequeñas a disfrazarse de princesas o inscribiéndolas como modelos infantiles, debemos comenzar por concientizarlas de que su valor como mujer está en su autonomía y el empoderamiento de su propia vida, para que nadie trunque sus más bellos sueños. 

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