En 1987 se encendieron las alarmas demográficas cuando se contabilizaron 5.000 millones de personas en el mundo. Desde ese año, cada 11 de julio, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) celebra el Día Mundial de la Población, con el objetivo de centrar la atención de todos los gobiernos en la importancia de re
gular las políticas poblacionales, ambientales, económicas y sociales que inciden en los planes de desarrollo de todos los países.
A la fecha somos más de 6.000 millones de personas que habitamos el mundo y se espera que en el año 2050, seamos más de 11.000 millones de habitantes. Una barbaridad para los escasos bienes que tiene el planeta como el agua, los recursos naturales y la producción de alimentos.
Este año, el Día Mundial de la Población estará enfocado en el embarazo adolescente, un problema de salud pública que afecta a 16 millones de niñas y jóvenes que, según estimaciones de la ONU, tienen sus bebés sin haber podido acceder a métodos de planificación por diversas razones.
En Colombia, un 19.5% de adolescentes ha estado alguna vez embarazada (ENDS, 2010) con predominio en las zonas rurales del 26.7% de adolescentes, comparado con un 17.3% de jóvenes en las ciudades. Preocupa mucho que la mayoría de padres de los bebés de madres adolescentes sean adultos, a pesar de las restricciones legales que hay con respecto a las relaciones sexuales con menores de 14 años.
Las complicaciones en la salud de las adolescentes embarazadas son mayores que las que pueden presentarse en las gestantes adultas. Tanto las enfermedades, lesiones y muertes debido a los embarazos como las resultantes de los abortos practicados en condiciones de riesgo, son las consecuencias más funestas entre todas las patologías gineco-obstétricas.
Además, el círculo de pobreza y maltrato en que se ven atrapadas las adolescentes embarazadas, así como la falta de acceso a la educación o la deserción escolar, sumados a la dependencia económica de estas madres y de sus hijos, retrasan los proyectos de desarrollo de las comunidades.
El secretario general de la ONU, hace un llamado a los entes gubernamentales y no gubernamentales para que se brinde una educación integral a los niños y jóvenes y se les garantice la permanencia en la escuela durante toda la primaria y secundaria. Se ha comprobado que las adolescentes que estudian, postergan el matrimonio, retrasan el nacimiento de los hijos y se empoderan de sus vidas, al punto que tienen la posibilidad de decidir si quieren concebir y cuándo hacerlo.
La dinámica poblacional se relaciona íntimamente con los derechos sexuales y reproductivos, la salud sexual y reproductiva y la equidad de género; de nada vale implementar políticas ambientales o económicas, sino se brinda una educación sexual a los jóvenes que estén acordes con la realidad del mundo. La mejor forma de construir un futuro promisorio es reduciendo los embarazos tempranos, mejorando la calidad de vida de las gentes, facilitando el acceso gratuito de las adolescentes a la planificación familiar, y fortaleciendo su poder decisorio que vayan en pro de sus proyectos de vida.
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